La noche de ayer el Lunario de la CDMX se transformó en un auténtico campo de batalla cuando Ladrones desató el caos. Desde el primer acorde y el primer verso, la banda dejó claro que no vino a pedir permiso: vino a tomar el escenario por asalto.

El público no tardó en responder. El piso temblaba, mientras un mar de manos al aire acompañaba las rimas agresivas y los riffs cargados de furia.
El setlist fue pura artillería pesada: Instinto Animal prendió la mecha y encendió al público. Entre canción y canción no hubo tregua. Las bases retumbaban como bombas, la batería marcaba el ritmo con precisión militar y las rimas fluían con rabia y determinación.




Ladrones no solo tocó: conquistó. Entregó un show honesto, violento y vibrante. Una descarga de pura energía que confirmó lo que muchos ya sabían: son de las bandas más serias y con más hambre de la escena actual. Ladrones tiene claro su mensaje: esto es rap con metal sin concesiones ni poses. Es la crudeza de la calle mezclada con la potencia de un breakdown.

Cuando se apagaron las luces, la adrenalina seguía ahí, flotando como un humo denso. El público salió sabiendo que había presenciado algo más que un concierto: el Flow Pesado no es solo música, es un puño cerrado al aire.



Instagram: @ladronesmx
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