Reseña: Jesús Méndez Ornelas
Fotos: Pablo Méndez Ornelas
El viernes por la noche, Beat 803 se transformó en un templo del rock psicodélico gracias a la visita de Dirty Sound Magnet, el trío de suizo que ha ganado culto internacional por sus potentes presentaciones en vivo. Siendo esta su segunda visita a la capital poblana, demostraron por qué son una banda que no solo se escucha, sino que se vive. Pero antes de su electrizante aparición, el público fue testigo de una apertura igual de explosiva: Mother’s Cake desde Austria, encendió la mecha con un set cargado de funk, progresivo y una energía casi volcánica.
Mother’s Cake ofreció una presentación breve pero intensa, con temas como “I’m Your President” y “Love Your Smell”, que hicieron vibrar las paredes del recinto. Su groove feroz y la interacción cercana con el público prepararon el terreno perfecto para lo que vendría después. Su capacidad para mezclar complejidad técnica con accesibilidad dejó a muchos asistentes quienes aún no los conocían, convertidos en nuevos fanáticos al instante.
Justo cuando el reloj marcó las 22 horas con 30 minutos Dirty Sound Magnet comenzó su show, y desde el primer tema, “The Sophisticated Dark Ages”, quedó claro que no venían a ofrecer un simple concierto. La banda construyó una atmósfera densa y envolvente con riffs hipnóticos, bajos vibrantes y un despliegue escénico cargado de teatralidad y carisma.
Stavros Dzodzos (guitarra eléctrica, voz), con su voz a medio camino entre lo profético y lo burlón, se mostró como un verdadero maestro de ceremonias, lanzando monólogos psicodélicos entre canción y canción mientras desataba solos eléctricos que parecían canalizar décadas de rock experimental.
Marco Mottolini (bajo eléctrico, coros) y Maxime Cosandey (batería, coros, efectos especiales) mantuvieron el corazón de la banda latiendo fuerte, con una sección rítmica impecable que no temía romper estructuras y lanzarse al caos creativo. En canciones como “Dark Content” y “Sunday Drama”, el trío jugó con la dinámica, y el público —una mezcla entusiasta de fans veteranos y nuevos curiosos— respondió con entrega total.
El punto culminante llegó con “The Poet and His Prophet”, una interpretación de más de seis minutos donde la banda se soltó por completo en un viaje sonoro lleno de improvisación, quiebres de ritmo y pura energía psicodélica. La sala Beat 803, con su vibra íntima y sonido potente, fue el espacio perfecto para esa conexión entre músico y audiencia, en la que todo se volvió tribal, inmediato y vibrante.
Puebla fue testigo de algo más que una presentación: fue una ceremonia de rock progresivo, teatral y al borde de lo místico con una duración de casi 2 horas. Dirty Sound Magnet, junto a una poderosa apertura de Mother’s Cake, no decepcionó y dejó claro que, en una escena muchas veces predecible, aún hay lugar para el riesgo, la locura y la música que se siente con el cuerpo entero.








































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